Ciudad colonial de calles empedradas (cuidado con los esguinces de tobillo). Tras ser rechazadas por dos caseras por nuestra capacidad de negociación llegamos a la casa de Julia, nuestro segundo ángel de la guarda.
En Trinidad nos reencontramos con Lluis, aprendimos a bailar de la mano de Leo* y conocimos a nuestros payasos, Franco y Rodrigo*, de ellos aprendimos que para qué comer si puedes beber ron
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