viernes, 19 de diciembre de 2008

Santa Clara



La ciudad de El Che. Para llegar a ella vendimos nuestros principios de vivir como cubanos y viajamos en primera clase, no es una escusa pero si Fidel puede usar zapatillas Nike, nosotras podemos viajar en primera.
Visitar la ciudad nos removió por dentro. El espíritu de El Che se respira vayas donde vayas.
Le conocimos más a fondo en su museo (para bien y para mal) y estuvimos lo más cerca posible de él. Aunque está prohibido, Loreto no se resistió y tocó la tumba.


Tuvimos la suerte de poder dormir en la casa de Tomás*, un guerrillero de la columna de El Che y volvimos a tener noticias de Franco y Rodrigo, que dejaron temblando el minibar de la casa. Y supimos que Aitor y Sara, los vascos de Santiago, pasaron por allí.
Mención especial al Mejunje y a su portero, Palacios*.



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